Con frecuencia, ser manager consiste en hacer lo que a otros no les apetece hacer, y esto es especialmente cierto cuando se trata de resolver las (inevitables) rencillas que pueden ir surgiendo en un equipo. Dichos conflictos tienen su origen en infinidad de motivos diferentes, desde un profundo desacuerdo con los métodos de trabajo de otra persona, hasta las tensiones surgidas porque un ‘tupper’ ha desaparecido de la nevera de la oficina. Como jefe, saber gestionar estas situaciones es fundamental a fin de preservar la cooperación y el ambiente de trabajo en el equipo. Así pues, ¿cómo responder ante los diferentes tipos de conflictos?
Los conflictos relacionados con las tareas son, por desgracia, una posible consecuencia negativa del trabajo colaborativo, y pueden surgir a partir de cuestiones como el reparto de recursos, la división de trabajo, las diferencias de opinión o las tensiones relacionadas con los métodos de trabajo. “En los proyectos informáticos, los colaboradors suelen tener habilidades complementarias, pero eso no quita que también dependan unos de otros. Durante mucho tiempo, el consultor y el diseñador de mi equipo vivieron una situación de tensión permanente porque los retrasos del primero, a menudo debidos a algún cliente, repercutían en el segundo, y a este siempre terminaban llamándole la atención”, explica Quentin, director de una empresa de consultoría. Esta es una situación típica a la que se enfrentan muchos jefes, pero por suerte existen soluciones.
Todos sabemos que los conflictos interpersonales son principalmente el resultado del choque entre personas que están en desacuerdo. Y es que, efectivamente, resulta difícil trabajar con alguien cuya personalidad no nos gusta. Mathilde, directora de una agencia de comunicación, nos cuenta su experiencia: “En mi equipo me he encontrado con caracteres muy distintos, algunos de ellos bastante extremos. Es complicado conseguir que una persona extremadamente disciplinada trabaje con un creativo desorganizado al que no paran de ocurrírsele ideas. Incluso a mí me cuesta trabajar con ciertas personas que son ‘too much’: demasiado extrovertidas, demasiado ruidosas… simplemente son demasiado”. Entonces, ¿qué hacer cuando te toca trabajar con alguien que consideras molesto?
¿O cómo conseguir que dos personas que no se gustan trabajen juntas?
3. Sé consciente de tus prejuicios
Los seres humanos somos parciales. Es difícil dejar de lado nuestras emociones cuando tenemos que resolver un conflicto y ya nos hemos formado una opinión de las personas involucradas. El afecto influye en nuestro juicio y puede agravar los conflictos que estamos tratando de resolver. “Una vez me advirtieron de que a menudo daba la razón a quienes tenían una forma de trabajar más parecida a la mía. Es duro escuchar algo así, pero la verdad es que me ha ayudado a tener más cuidado a la hora de ser justa”, confiesa Mathilde. Un mánager debe ser capaz de reconocer sus prejuicios y sus ideas preconcebidas a fin de evaluar correctamente un conflicto para posteriormente resolverlo.
4. Cuidado con lo que se pone por escrito
En ocasiones, elementos aparentemente inofensivos como un punto final en una frase, un texto muy conciso o escrito en mayúsculas, o la ausencia de emoticonos, pueden provocar que un mensaje escrito se malinterprete, avivando las tensiones dentro del equipo. Siempre que sea posible, da preferencia a las llamadas por teléfono o por videoconferencia y anima a tus compañeros a que hagan lo mismo. La entonación y las expresiones faciales suelen dejar claro que el interlocutor no está enfadado, sino que simplemente tiene prisa.
Los conflictos de valores, profundamente arraigados, surgen de las diferencias fundamentales en la forma de pensar de las personas. En general, suelen centrarse en cuestiones de política, religión, género, ética, etc. “Antes de ser mánager, me tocó trabajar con un compañero más mayor que era profundamente misógino. Bajo la disculpa de estar de broma, no paraba de hacer comentarios inapropiados sobre el hecho de que donde realmente tendrían que estar las mujeres es en su casa”, se lamenta Mathilde. Un poquito de racismo, una pizca de misoginia, un ligero extremismo… Estos compañeros suelen dar pie a conflictos silenciosos, que pueden llegar a enturbiar la vida diaria dentro de un equipo.
5. Sé tolerante
En ocasiones, las diferencias de valores dentro de un equipo pueden ser significativas, sin que por ello tengan que ser “censurables” por parte de la empresa. Podría ser el caso, por ejemplo, de un empleado muy ambicioso, capaz de hacer cualquier cosa para triunfar, a quien le toca trabajar con una persona más tranquila, que se preocupa ante todo por el bienestar de sus compañeros. En situaciones así, el mánager no tiene por qué ejercer necesariamente de mediador y tratar de alcanzar un compromiso mutuo que quizás sea imposible. En lugar de eso, simplemente puede centrarse en ayudar a los miembros de su equipo a entenderse, invitándolos a compartir sus posturas mediante discusiones informales o talleres dedicados.
6. Cuando el conflicto vaya demasiado lejos, sé flexible
Dice el refrán que “una manzana podrida pudre todo el cesto”. Por eso, para evitar que se estropee un buen equipo por culpa de una oveja negra, a veces es necesario mostrarse intransigente. “Tras mucho insistir, mi jefe terminó convocando una reunión con mi compañero y con Recursos Humanos para recordarle las normas de la empresa en materia de discriminación. Mi compañero sabía que yo era la única que se quejaba abiertamente de su comportamiento, y desde entonces hemos tenido una relación complicada, pero al menos no ha vuelto a hacer comentarios misóginos”, añade Mathilde. Hay veces en que una mediación moderada no es la solución: los comportamientos discriminatorios deben ser tratados con firmeza, y recurrir si es necesario al departamento de Recursos Humanos.
Según Adrienne Isakovic, profesora de la Northeastern University de Boston, “los empleados y los jefes tienden a evitar los conflictos porque no quieren enfrentarse a ellos, o porque no están debidamente formados para hacerlo”. Por suerte, la toma de decisiones y la resolución de conflictos son habilidades que pueden aprenderse, y existen numerosos recursos en línea, como artículos, libros y seminarios web, que te permitirán saber más sobre el tema.
Cuando te decidas a resolver los conflictos de tu equipo, asegúrate de hacerlo en el momento indicado. Actuar demasiado pronto podría convertir un roce momentáneo en un problema. Pero si actúas demasiado tarde, corres el riesgo de perder el respeto de tu equipo, tu legitimidad como jefe y exponerte a que el conflicto se agrave aún más. Entonces, ¿cuándo es un buen momento? Cuando tengas pruebas tangibles de que un comportamiento está teniendo un impacto negativo en un empleado o en el rendimiento general de tu equipo.
Traducido por Rocío Pérez / Foto de WTTJ
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